viernes, 26 de marzo de 2010

MIRANDA

Allí está Miranda, los años le han borrado la belleza salvaje que desato aquella pasión y el más voraz de los apetitos en Salvador, el hombre que nunca pudo pertenecerle completamente. Son casi treinta años los que han pasado desde aquel día en el cual se conocieron y le dieron rienda suelta a un desenfreno prohibido frente a los ojos de una sociedad empeñada en imponer las reglas sin enseñar a respetarlas.
Desde el primer momento ella se convirtió en la musa necesaria, para un artista reconocido que supo encontrar en aquella hermosa muchacha la manera de convertirla en el juguete mas preciado de su loco frenesí. Desde los primeros encuentros sus cuerpos lograron encajar perfectamente en los juegos de las más ardientes pasiones. No hubo preámbulos, no fue necesario un conocimiento previo. Aquellos seres se vincularon como si estuvieran predestinados a pertenecerse carnalmente el uno al otro desde el mismo origen de sus esencias. Cada encuentro prendía fuego a una historia que desde el principio estaba determinada por el misterio de aquello que era desconocido y que quizás no podía ser.
Los primeros años pasaron sin que ella se interesara en profundizar más allá de lo necesario sobre el porqué de esa historia con aquel inspirador hombre. Fue en el justo momento en que la pasión empezó a mermar cuando surgió como necesario buscar tierra y bases que dieran sustento a un vinculo que se movía desde el afuera. Como hacer ahora que una parte de ella no estaba preparada para asumir las mas crudas de las verdades. Como hacer ahora para vivir entregada a una historia que la hacia presa de sus emociones sin posibilidad de escape.
Fueron muchas las horas de llanto, fueron muchos los intentos fallidos de una ruptura que nunca se pudo dar. Pero allí continúa Miranda, fiel a una historia que no conoce de preámbulos, donde ella nunca fue la protagonista del cuento. El tiempo fértil pasó, no hubo oportunidad de aprovecharlo. Sería poco oportuno para el relato y no podía estar escrito en el libreto. Había que conformarse con los encuentros a medias y con el suspiro de una tinta gris que nunca conoció el brillo primario.
Era difícil entender como aquel cuerpo tomaba la forma del tiempo, y se transformaba en una materia que daba cabida a líneas profundas y grasas indeseadas. Como poder entender que aquella silueta se modificaba por fuera pero por dentro el sentir desatado y entregado seguía siendo el mismo que desde un principio estuvo presente. Como entender que su propia naturaleza femenina se habia convertido en su peor enemiga.
Ya es tarde para encontrar explicaciones. Allí esta Miranda sentada en la silla de una funeraria frente al ataúd del único hombre que creyó amar. Son miles las preguntas que surgen en su mente son miles las posibilidades de un retroceso imposible de encontrar. No estaba preparada para esta libertad.
Allí esta Miranda, siente en sus hombros la mano calida de Lucia su inseparable hermana, la esposa de Salvador .. Ambas parten camino a enterrar una historia que pareciera nunca haber comenzado.

1 comentario: