Leyendo la noticia de que Ricky Martín reconoció públicamente su homosexualidad se me ocurrió escribir sobre esas verdades que son tan difíciles de decir pero que una vez dichas son tan liberadoras y generan tanto crecimiento. Y es que me pongo a pensar cuanto dolor, cuanto trabajo y sobretodo cuanta infelicidad se habría ahorrado mucha gente con el solo hecho de atreverse a vivir en contacto con el mundo de sus propias verdades, tanto en el afuera como en el adentro de su existir. Se que es un tema álgido y que no es tan fácil de digerir ni de confrontar para una gran mayoría; pero aun así pienso que si tomáramos conciencia de lo importante que es vivir en un plano frontal y autentico se nos haría mucho mas fácil trascender en el espíritu de eso que podríamos llamar plenitud humana.
Cuantos de nosotros no conoce una historia de alguien, por no mencionar nuestras propias historias, que permanece oculta y que es una especie de castigo con la que se tiene que vivir por el solo hecho de no pertenecer al código de verdades que pueden ser manifiestas. Quizás hay incluso historias dentro de nuestro propio núcleo familiar, dentro de nuestro propio núcleo de amistades y dentro de nuestro propio espacio laboral, por solo mencionar algunos espacios, que se pretenden mantener ocultas cuando en realidad pertenecen a cuentos por todos conocidos y que no salen a flote por mantener el masoquismo de seguir alimentando una mentira y de seguir castigando a todos los involucrados de esa historia, haciéndolos presos de su propio mundo. Creo que pertenecemos a una cultura del dolor, del castigo y del drama a la que constantemente debemos rendir tributo y quizás eso sea lo que mas imposibilita tener una verdadera autenticidad, en muchos casos, para movernos en el mundo de nuestras propias verdades.
Se me vinieron a la mente muchas historias ocultas que conozco y que me han llegado de diferentes maneras con las cuales podría escribir miles de páginas. Todas ellas vinculadas a un sentir que muy en el fondo solo muestran en buena medida la cara de las sombras humanas. Pero porque no dejar que esas sombras fluyan, porque no permitir que afloren, si también forman parte de un todo. Será que estamos confundiendo nuestra propia felicidad con una felicidad externa que no se puede proyectar en su esencia. No se, creo que esa parte de la historia es distinta y el tiempo me esta enseñando a entender que somos parte de un todo que viene acompañado de luces y sombras y que mientras mas nos podamos mostrar en ese sentido, mas plenos y elevados podemos llegar a ser como individuos.
Nunca es tarde para una verdad liberadora y bien por todos los que logran ese reencuentro con su propia autenticidad sirviendo de espejos proyectantes como referencia de vida.
Cuantos de nosotros no conoce una historia de alguien, por no mencionar nuestras propias historias, que permanece oculta y que es una especie de castigo con la que se tiene que vivir por el solo hecho de no pertenecer al código de verdades que pueden ser manifiestas. Quizás hay incluso historias dentro de nuestro propio núcleo familiar, dentro de nuestro propio núcleo de amistades y dentro de nuestro propio espacio laboral, por solo mencionar algunos espacios, que se pretenden mantener ocultas cuando en realidad pertenecen a cuentos por todos conocidos y que no salen a flote por mantener el masoquismo de seguir alimentando una mentira y de seguir castigando a todos los involucrados de esa historia, haciéndolos presos de su propio mundo. Creo que pertenecemos a una cultura del dolor, del castigo y del drama a la que constantemente debemos rendir tributo y quizás eso sea lo que mas imposibilita tener una verdadera autenticidad, en muchos casos, para movernos en el mundo de nuestras propias verdades.
Se me vinieron a la mente muchas historias ocultas que conozco y que me han llegado de diferentes maneras con las cuales podría escribir miles de páginas. Todas ellas vinculadas a un sentir que muy en el fondo solo muestran en buena medida la cara de las sombras humanas. Pero porque no dejar que esas sombras fluyan, porque no permitir que afloren, si también forman parte de un todo. Será que estamos confundiendo nuestra propia felicidad con una felicidad externa que no se puede proyectar en su esencia. No se, creo que esa parte de la historia es distinta y el tiempo me esta enseñando a entender que somos parte de un todo que viene acompañado de luces y sombras y que mientras mas nos podamos mostrar en ese sentido, mas plenos y elevados podemos llegar a ser como individuos.
Nunca es tarde para una verdad liberadora y bien por todos los que logran ese reencuentro con su propia autenticidad sirviendo de espejos proyectantes como referencia de vida.