jueves, 27 de mayo de 2010

A propósito de "Cuando el tiempo descubrió su poder"


El domingo 23 de Mayo pude apreciar la puesta en escena de la obra “Cuando el tiempo descubrió su Poder”. Se trataba en primer lugar de apoyar el trabajo progresivo y profesional del grupo de talentos integrantes del “Gimnasio de Actores”. En segundo lugar tenía interés en descubrir ese supuesto disfraz infantil de la obra, del cual tenía una referencia anticipada.

Desde un primer momento me conecte a través de la música, que sonaba en la antesala, con el mundo infantil de mis recuerdos. Una vez entrado el desarrollo de la obra, esa aproximación infantil tuvo que contactarse con la adultez necesaria para entender de manera más profunda algunos de los contenidos allí expuestos. Ese disfraz cargado de imágenes y símbolos referenciales de tono infantil, paso a convertirse en una excusa inteligente y fresca para lograr contactar múltiples lecturas de mi presente adulto y poder contextualizarlo.

Lo más interesante fue que pese a esa complejidad disfrazada, logre identificar significados y valores básicos que pueden ser de mucha trascendencia para un niño desde la óptica de la enseñanza. La propuesta me mostró virtudes en ese sentido que me parecieron muy valiosas y de las cuales carecen muchas de las alternativas teatrales infantiles en nuestro país. Me quedó claro que el teatro estaba funcionando como una herramienta de aportes infinitos conectada con el mundo del arte, abriendo las puertas de la sensibilidad estética, de la reflexión, de la capacidad de emoción y sirviendo de facilitador para la comprensión, con un estilo y un lenguaje propio, de diferentes visiones y realidades de la vida y del mundo cotidiano que nos rodea.

Desde mi percepción como un espectador adulto más, reconocí en la obra un trabajo interesante, de contenido denso, de mucha uniformidad y compromiso actoral. Pondero la búsqueda por presentar una propuesta inteligente en su concepción. Justificó la importancia de ese disfraz infantil como generador y semillero de enseñanzas en el entendimiento de los paralelismos con nuestra realidad. Quizás es necesario convertirnos en niños de nuevo para cargar las esporas del aprendizaje y conectarlas con la esperanza y la búsqueda de los cambios en positivo.

Le doy una valoración especial a este trabajo por el reto del compromiso. Habría que preguntarle a un niño cual fue su experiencia al respecto.

lunes, 24 de mayo de 2010

Escena de Iniciacion

Esta escena es un ejercicio narrativo que realice para ser leído en clases. Después de su lectura recibí una serie de observaciones importantes por parte del curso y en especial de Milagros Socorro, la conductora del taller, que me contactaron de manera inteligente con sus debilidades y fortalezas. No estaba seguro de publicarlo, sobretodo pensando en las debilidades, pero pienso que sería interesante compartirlo pensando en el tema de la evolución y del registro de los procesos.



Eugenia estaba desnuda, sus pechos erguidos apuntaban hacia el horizonte, los brazos cruzados detrás de la nuca exaltaban su prodiga belleza. Sus piernas húmedas y entreabiertas asomaban unos labios enrojecidos. El susto de la primera vez había pasado, la respiración exaltada y el nudo en la garganta habían desaparecido. En aquella sórdida y reducida habitación de hotel se quedaba el secreto de su inocencia.

El anciano recostado a su lado parecía inexistente, su miembro yacía dormido indefenso entre una maraña de pelos impenetrables. Sus longevos y largos dedos sostenían un cigarro que se consumía lentamente De su boca salía el humo que impregnaba el aire y se entremezclaba con el fétido aroma de su cuerpo. Aun era de día y un hilo de luz que se colaba entre las cortinas amarillentas, recorría el colchón desgastado conectando aquellos cuerpos distantes.

Eugenia en silencio, se paró de la cama, tomó del piso la ropa que minutos antes con premura salvaje le habían quitado. Su mirada ingenua se perdía en aquel rayo luminoso que seguía su camino hasta la puerta de salida. La ceremonia paga de iniciación había terminado. Lo que apenas se iniciaba era la historia de una niña virgen que paso a ser la puta más famosa en aquel pueblo de historias olvidadas.

sábado, 1 de mayo de 2010

Providencia

Esto es un extracto de algo que me gustaría poder seguir desarrollando, espero que genere deseos de querer saber mas.

Ahora que estoy un poco más tranquilo como para poder contar esta historia reconozco lo difícil que fue esta parte de mi vida. Dos meses después de estar preso, supe entender cual era la realidad de mis luces y de mis sombras. Supe reconocer quienes realmente existían, quienes seguirán existiendo hasta el fin de mis días y quienes murieron de manera definitiva.
Era una noche oscura, la carretera apenas estaba iluminada por las luciérnagas del camino. De repente salió algo que no logre divisar bien y segundos más tarde la desgracia se hizo presente. No se cuantas vueltas dio la camioneta, no se cuantos golpes recibí, solo sé que cuando entre en conciencia, la oscuridad externa se adueño de todo. El más grande de los miedos sacudió mi cuerpo. Apenas tenia fuerzas para salir entre un centenar de vidrios rotos y poder encontrarme con una realidad que no quería ver. Busque aferradamente a Violeta, estaba como a cien metros de la camioneta, aun tenía vida. Intente levantarla y en ese justo momento, un grito aterrador se escucho muy cerca, era una mujer que lloraba la muerte de su hombre a quien yo acababa de atropellar.
Fue cuando entre en conciencia de la verdadera gravedad del asunto. En automático y como pude, hice una llamada desde mi teléfono celular que resulto ser salvadora. Minutos mas tarde una patrulla de transito se hizo presente. Me dijeron que me montara de inmediato que una ambulancia llegaría pronto y se llevarían al resto de las personas. No había pasado ni quince minutos cuando casi más de veinte motos inrumpieron la soledad de la noche reclamando la muerte de aquél hombre y pidiendo una venganza que me demandaba. Mi mente no coordinaba, pensaba en la suerte de Violeta, intentaba justificar una y mil veces que no tenia la culpa, que había sido un accidente. Uno de los policías me decía que corría peligro, que esa gente quemaría mi camioneta y que no se quedarían tranquilos hasta saciar su venganza conmigo. Mi cuerpo estaba bañado de sangre entre mezclada con un olor a muerte que me revolvía el estomago, el vomito casi se hacia presente.
No se en que momento partimos de aquella pesadilla, no se el tiempo que paso en llegar a la jefatura civil. En todo el camino mis pensamientos recorrieron una vida que solo había conocido de historias luminosas y que en este momento se transformaban en culpas y desgracias. En tres días partía para Alemania, tenía todo arreglado. Habían sido meses de planificación. Me esperaba un cambio anhelado, una Universidad de renombre, una pareja y un sin fin de oportunidades en ese afuera donde todo me sonreía.
Esa larga y terrible noche solo fue la primera de las muchas que le siguieron a partir de ese momento. Aun tengo presente el rugir de aquellas motos, los gritos desaforados reclamando castigo y los disparos al aire que en aquel pueblo de carretera rompían el silencio de manera desgarrada. Mí adentro no coordinaba bien lo que sucedía. Un sin fin de preguntas que debía responder una y otra ves se convirtieron en el cuento repetido. El teléfono, mi única herramienta de salvación se estaba quedando sin pila. No aparecía ningún rostro familiar que me devolviera el aliento. No sabía de Violeta, el olor a sangre estaba pegado a mi piel.
Ya no había nada que hacer, estaba en la entrada de un infierno que no conocía de retrocesos. La celda me esperaba, un espacio ajeno y desconocido me invitaba a compartir con seres grises un destino truncado. Tenia que ser guerrero, La supervivencia en aquél zoológico me lo exigía. La historia por contar apenas comenzaba.