sábado, 26 de junio de 2010

DOÑA BLANCA

Doña Blanca, la dueña de la casa que visitaba, estaba sentada frente a la pared de los recuerdos. Un sin fin de imágenes colgadas recorrían 96 años de la historia de su vida. Al acercarme a ella, una dulce sonrisa brotó de aquel rostro donde muchas líneas dibujadas por el tiempo parecían cobrar vida. Vestía de Blanco y en su cuello un chal rojo destacaba sutil y elegantemente una pródiga feminidad que parecía estar congelada en el tiempo. Tenía los labios pintados en un suave tono carmesí, su cabello plateado estaba muy bien peinado. En un sutil gesto, sus manos delicadamente tomaron las mías y con un calido saludo acompañado de un beso, me daba la más cordial de las bienvenidas. Me pidió que me sentara en un sillón que estaba frente a ella.
No habían pasado cinco minutos, cuando entramos en confianza para recorrer los caminos de esa larga historia que ella tuvo a bien compartir conmigo. Era nuestro primer encuentro, pero sentía que la conocía de siempre. Mi abuela también se llamaba Blanca.
En una pequeña mesa que estaba justo al lado del sillón, en el medio de las dos sillas, una imagen destacaba por encima de todas las demás. Era la foto en blanco y negro de un apuesto hombre, enmarcada en una montura antigua. Ella dirigió su mirada hacia mí y me dijo:
“fueron cincuenta y siete años de matrimonio. Mi primer y único hombre, el padre de mis cuatro hijos”. Mientras me lo decía, su rostro sonreído parecía ser reflejo de un viaje a través de sus pensamientos. “nos conocimos en la fiesta de un club, vivíamos en Carúpano. Yo tenía diez y ocho años, pensaba que me quedaría solterona, ya todas las amigas de mi edad tenían novio en compromiso”.
“Me habían hablado de él y cuando entró al salón inmediatamente lo identifiqué, era el hombre más apuesto que había visto. Yo pensaba que no me gustaban los hombres, pero al verlo entendí que lo estaba esperando. El baile había comenzado y en mi libreta se había llenado el cupo de participantes para las piezas de la noche. Yo era una mujer hermosa, tenia muchos pretendientes, pero ninguno me gustaba. Un amigo de él, que estaba anotado en la libreta, le cedió su turno. Desde ese primer baile, nos enamoramos eternamente”.
Mientras me contaba esa historia recorría con la mirada una a una las imágenes de aquella pared. Las fotos de su juventud, de su boda, las de sus hijos, las de sus nietos y bisnietos.
“Poco después de conocernos nos comprometimos, pero por motivos de trabajo tuvo que irse de viaje. Me escribía unos telegramas que perfumaban ese amor día a día. Los escribía a maquina, yo le pedí que lo hiciera a mano, era la única manera de poder verlo a través de sus cartas”.
“El día que nos conocimos, yo tenía un traje blanco, y en la parte alta del cuello llevaba un lazo rojo que él nunca olvido, nuestro primer beso fue con la mirada”.
Poco a poco, fue relatándome la historia de cómo evolucionó aquel gran amor. De cómo los detalles y el compromiso fueron las claves para soportar todas las dificultades que se le presentaron. Era una historia aleccionadora y que pese al tiempo se mantenía vigente en su esencia como lección de vida.
Cuando estaba completamente embebido en ese cuento, me llamaron y tuve que interrumpir ese mágico momento. Me levante y le pedí me diera la oportunidad de saber mas de ella. Que necesitaba el tiempo suficiente para escuchar esos pasajes de su vida y que si no le importaría me gustaría compartirlos a través de mis letras. Ella me miró directamente a los ojos y me dijo “acá lo espero cuando usted guste, el amor hay que compartirlo, es lo único que realmente nos puede mantener vivos”.

8 comentarios:

  1. Esa historia es de una espeluznante ternura...uno queda enamorado de ella, e impaciente por saber como siguio viviendo la vida...

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  2. Me gusta de Doña Blanca que a mi manera de ver las cosas y de leerte, pareciera que intentaras convertirla en un ícono, como una especie de símbolo inmortal del “deber ser” en el amor. Algo que me hace pensar que tú vena romántica marca buen ritmo. De seguro doña Blanca, sin esfuerzo alguno, es capaz de proferir sentencias de pureza incólume y filosofar sobre tan universales temas como el amor y la felicidad, y a pesar de su fragilidad humana, eres incapaz de dejarla expuesta, antes que revelar algo turbio, es preferible callar. Me agrada mucho leerte, porque disfruto mucho ver (leer) como construyes a tus personajes.
    Luis F.

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  4. Muchas gracias por sus comentarios y por darme un feed back. Dona Blanca representa parte del significado que tiene el amor para mi. Puede ser que inconscientemente recurra al poder de las letras para exaltar esa magia cuando se me presenta de una manera tangible. Estoy preparándome para ser menos vulnerable en ese sentido, espero poder lograr ese equilibrio tan necesario para este arte de la escritura que me permita mostrar todo independientemente de lo que sienta.

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  5. Me encanta esta historia.... Sencillamente linda y apegada completamente a la parte espiritual que en definitiva es la esencia del ser humano! Por naturaleza soy romántica y muy sentimental por lo que me siento tremendamente conectada con este tipo de escritura! Me encantó. Por favor continúala porque como ella dice "el amor hay que compartirlo"

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  6. Me gustó mucho esta historia, y quiero saber que más sigue. Vuelve a visitar a Doña Blanca por favor!

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  7. Luis. ¡FELICIDADES! Es una historia preciosa. Muy bien escrita, de una lectura divina, espectacularmente tierna e interesantísima

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  8. a la espera del resto de esa historia tan bella.....Felicidades!!!!!!!

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